«La forma inteligente de mantener pasivas a las personas y obedientes es limitar estrictamente el espectro de la opinión aceptable, pero permitir un airado debate dentro de este espectro -incluso fomentando puntos de vista críticos y disidentes [dentro de este límite]-. Esto le da a las personas la sensación de que hay un libre pensamiento aconteciendo, pese a que todo el tiempo las presuposiciones del sistema están siendo reforzadas por los límites impuestos en el espectro del debate»
Hasta cierto punto podría parecer evidente que no vivimos en una época totalitaria. Si nos comparamos con las sociedades nazis o estalinistas, seguramente la nuestra saldría bien librada, en términos generales. Incluso se podría pensar, como algunos gobiernos y sobre todo algunas corporaciones nos quieren hacer pensar, que vivimos en la era de la libertad y de la democracia. Con todo, un examen atento de las condiciones en que vivimos puede revelar que los modos de control de las sociedades contemporáneas son, de hecho, más sutiles que en épocas pasadas.
Noam Chomsky es uno de los intelectuales que durante décadas han notado cómo la «democracia» es en realidad una forma de control de la sociedad que reduce los límites del pensamiento y estrecha los paradigmas con que entendemos la realidad. En su libro The Common Good, publicado originalmente en 1998, Chomsky tiene una frase que describe perfectamente lo que vivimos actualmente; escribe el lingüista:
La forma inteligente de mantener pasivas a las personas y obedientes es limitar estrictamente el espectro de la opinión aceptable, pero permitir un airado debate dentro de este espectro -incluso fomentando puntos de vista críticos y disidentes [dentro de este límite]-. Esto le da a las personas la sensación de que hay un libre pensamiento aconteciendo, pese a que todo el tiempo las presuposiciones del sistema están siendo reforzadas por los límites impuestos en el espectro del debate.
Un famoso ejemplo de esto en Estados Unidos es el debate que se da en la sociedad entre republicanos y demócratas, en el que no sólo se asume que son las únicas dos opciones, los dos límites del espectro de la política, también se presupone que son realmente visiones distintas, cuando en realidad, según Chomsky, son casi siempre la misma ideología vestida diferente para sólo generar dicha sensación de polémica y crítica.
En otra parte, Chomsky llama a este fenómeno la «oposición controlada». A este respecto pongamos por caso las redes sociales, donde las personas se enfrascan en airados debates bajo la impresión de estar ejerciendo su libertad de expresión con el más amplio criterio de libre pensamiento, sin notar que los mismos medios digitales son una burbuja que constriñe enormemente los límites del pensamiento; no sólo lo aceptable (lo políticamente correcto) sino lo pensable, pues «el medio es el mensaje».