PROPÓSITO Y VALORES DEFINEN HOY LA ESTRATEGIA DE LAS EMPRESAS

Los beneficios económicos han dejado de ser el único criterio para valorar el desempeño de una compañía.

Hace ya algunos años que las conversaciones en los consejos de administración de las grandes corporaciones han ampliado y diversificado sus contenidos. De los tiempos en los que los resultados económicos definían, casi en solitario, la buena marcha de la empresa, hemos llegado a un momento en el que, además de ganar dinero, las compañías valoran otros aspectos vinculados a factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo. Son los llamados criterios ESG (por sus siglas en inglés, Environmental, Social and Governance), factores que contribuyen a definir el ADN de cada proyecto empresarial y materializar su propósito y sus valores.

Ya no basta con ganar dinero. Importa cómo lo ganamos y cuál es la aportación de la empresa a la sociedad, la relación con sus stakeholders, su conducta, su compromiso con el medioambiente y también con las personas que integran el proyecto. La suma de todos estos criterios son los que acaban por componer un dibujo más holístico y fiable, marca la diferencia y cada vez más la estrategia de la compañía y sus perspectivas de futuro.

Los denominados criterios ESG contribuyen hoy en día a definir el ADN de cada proyecto empresarial

Para analizar la importancia y el alcance de los cambios en la cultura empresarial, La Vanguardia reunió a directivos de cuatro grandes corporaciones para dialogar y reflexionar alrededor de propósitos y valores empresariales. Yolanda Menal, Global People Director de Cellnex; Xavier Ribera, director de Sostenibilidad y Comunicación de BASF; Amalia Santallusia, directora global de Relaciones Humanas y ESG de Fluidra, y Ana Palencia, Communications Director de Unilever, compartieron puntos de vista, opiniones y experiencias sobre los cambios que han redefinido las reglas del juego empresarial.

La conversación se inició con una pregunta no exenta de provocación: ¿Si su empresa desapareciera, quién la echaría de menos y por qué? “Sin que parezca pretencioso yo diría que todo el mundo”, respondió, con la contundencia que el desafío requería, Yolanda Menal. La directiva de Cellnex argumentó su respuesta asegurando que “nos dedicamos, a través de nuestros clientes, a conectar a la sociedad y a las industrias del mundo”. Para Menal, “está probado que la conectividad es una de las mayores fuentes de progreso. A través de la conectividad, podemos compartir las ideas que definen nuestro mundo hoy y darán forma al mundo del mañana”.

Ana Palencia afirmó que si su empresa desapareciera “no sé si todo el mundo nos echaría de menos, pero sí mucha gente”. La experta en comunicación empezó citando a “los 148.000 empleados que trabajamos en la compañía y los 3.400 millones de personas que cada día deciden comprar un producto de Unilever”. La directiva fue más lejos al asegurar que “el planeta también nos echaría de menos porque nos preocupamos y  ocupamos de crear un futuro mejor a través de nuestro propósito de empresa que es promover un estilo de vida sostenible en nuestro día a día”.

“¿Si su empresa desapareciera, quién la echaría de menos y por qué?”, se preguntó a los participantes

Amalia Santallusia, por su parte, destacó que “el impacto de nuestra desaparición sería muy grande, tanto entre nuestros stakeholders, como en la sociedad en su conjunto”. Como la mayoría de las empresas, Fluidra “busca generar con su actividad un impacto importante en la sociedad, que son las personas y el planeta”. Para ello se amparan en su propósito: “mejorar la calidad de vida de las personas aportando soluciones sostenibles e innovadoras a través del agua a nivel de ocio, pero también de salud”.

En el caso de BASF, Xavier Ribera manifestó que “casi todo el mundo nos echaría de menos, aunque sea sin saberlo”. El director de comunicación recordó que “el 95% de lo que nos rodea es química y, por lo tanto, estamos presente en casi todo”. Aunque más allá del peso del sector y del liderazgo de la compañía, Ribera aseguró que “me gusta pensar que nos añorarían quienes buscan a alguien que les proporcione  soluciones innovadoras en clave de sostenibilidad”.

La Agenda 2030, desarrollada por la ONU en 2015, para fijar unos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) tiene un papel relevante en el cambio cultural que están experimentando las empresas. Menal considera que este documento es para Cellnex, “en primer lugar, una referencia, y, en segundo lugar, también es un acicate”. La experta en gestión de personas afirma que la Agenda 2030 “nos proporciona un marco para desarrollar iniciativas a largo plazo que en la empresa hemos vinculado a nuestro ESG Master Plan”.

En el caso de Unilever, Palencia consideró que esta iniciativa de la ONU “nos ha permitido reconfirmar los objetivos que teníamos en materia de sostenibilidad”. Desde un punto de vista más práctico, la directiva explica que “cada vez que desarrollamos el propósito de una de nuestras marcas hemos de asegurarnos que da respuesta a uno de los 17 objetivos”.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU marcan un cambio de paradigma

Para Fluidra, la Agenda 2030 “ha sido su hoja de ruta”, revela Santallusia. La directiva explicó que “antes de la iniciativa de la ONU, aunque ya desarrollábamos estrategias ESG, no teníamos una política definida con objetivos claros”. El impulso se produjo “cuando, en el 2021, el consejo de administración de la compañía decidió poner fecha y recursos a los objetivos que teníamos más claros”. En este sentido, la responsable de Recursos Humanos destacó la importancia de los ratings “porque te permiten medir tu progreso y compararte con otras empresas”.

Lo cierto es que la Agenda 2030 ha apelado a las empresas que han avanzado en sus posicionamientos alrededor de la sostenibilidad. Xavier Ribera lo considera lógico porque “somos culpables”. El directivo de BASF dijo que “las empresas somos los que más hemos contaminado”. Ribera recordó la frase del director general de la compañía en la que asegura que “ésta es una carrera de fondo en la que cruzamos todos juntos la meta o perdemos todos”. Para añadirle más emoción “es una carrera contrarreloj”.

En la perspectiva de Ana Palencia, “a lo que de verdad nos ha ayudado la Agenda 2030 es a comunicar a lo sociedad que hacemos en materia de sostenibilidad”. La directiva de Unilever considera que el verdadero motor ha sido el consumidor que “quiere saber lo que hacemos para cuidar del planeta y si no le gusta nuestra propuesta acabará por darnos la espalda”.

 

 

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