Hasta 2018, se calculaba que se habían desarrollado, aproximadamente, unas 140,000 sustancias químicas y plaguicidas desde 1950. Muchas de estas sustancias, incluyendo el plomo, tienen efectos adversos sobre la salud que aún no han sido completamente evaluados. El plomo es un metal pesado que, a pesar de ser bien conocido, sigue siendo una amenaza silenciosa en México.
El problema principal de la exposición a estas sustancias químicas y la invisibilidad del tema es que se encuentran en productos de uso diario y que se pueden encontrar al alcance de todos, no solo en las ferreterías, sino en las tiendas, mercados, restaurantes, centros comerciales; lo mismo en productos para adultos que para recién nacidos, niñas y niños e, incluso, directamente en los alimentos por los plaguicidas empleados o por los recipientes utilizados para su traslado, preparación o consumo.
El plomo (Pb), es especialmente peligroso durante el embarazo debido a que atraviesa la placenta y puede alcanzar al feto en desarrollo, lo cual podría provocar restricción del crecimiento, parto prematuro y comprometer la capacidad intelectual y futuro económico, no solo del nuevo ser en desarrollo, sino del país.
Se estima que anualmente ocurren entre 180 mil y 200 mil nacimientos prematuros en México. Desafortunadamente, no tenemos o hasta este momento no he encontrado un estimado del impacto económico que tienen estos nacimientos prematuros en nuestro país. En Estados Unidos, se ha reportado que la contaminación ambiental se ha asocia hasta con 16,000 partos prematuros y estos traen como consecuencia discapacidades físicas y mentales que provocan afectaciones en la productividad de estos individuos y, por lo tanto, pérdidas económicas de unos $4.33 billones de dólares.
En este mismo sentido, se estima que en países de ingresos bajos o medianos la afectación económica provocada por la exposición a plomo es de unos $977 billones de dólares y, de ese total, $142.3 billones de dólares corresponderían a la región de Latinoamérica y el Caribe, de la cual México es parte.
Recientemente, de acuerdo con datos de la ENSANUT (2020-2023), la prevalencia de intoxicación nacional (niveles de más de 5 μg/dL de plomo en sangre) fue de 17.2%, lo cual equivale a cerca de 1.4 millones de niñas y niños; sin embargo, la prevalencia crece a 29% entre la población indígena, a 25% en aquélla con desnutrición crónica y a 24% entre aquellos con mayores niveles de carencias.
Aunque, como se puede apreciar, la contaminación también es un problema de los más necesitados, de los más pobres, no es exclusiva de este grupo. En la ENSANUT se reportó una prevalencia de intoxicación por plomo de 3.5% entre la población con menores carencias, sin desnutrición, que no es indígena, que vive en zona metropolitana y/o que aparentemente no tiene una fuente de exposición a plomo.
Este nivel de 5 μg/dL de plomo en sangre considerado como intoxicación, también es el nivel criterio de plomo en sangre según la NOM-199-SSA1-2000. Mientras que, en Estados Unidos, los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades) establecen 3.5 μg/dL como el límite desde 2021. Esto a pesar de que se ha señalado constantemente que no hay nivel seguro de plomo en sangre debido a que niveles bajos de plomo pueden tener aún efectos significativos en la salud, particularmente en los niños.
Si contrastamos estos datos de la ENSANUT con los datos de Estados Unidos, donde aproximadamente el 2% de los niñostiene niveles superiores a los 3.5 μg/dL, debemos encender todas las alertas. Sobre todo, porque de acuerdo con la ENSANUT, si se considerará este nivel de 3.5 μg/dL en México, estaríamos hablando de que la prevalencia de intoxicación por plomo en niños de 1 a 4, sería de 32.9%, prácticamente del doble.
En Estados Unidos, la administración del presidente Biden continúa haciendo esfuerzos por reducir la exposición a plomo. Este año gracias a las investigaciones y al activismo de la Dra. Ronnie Levin de la Escuela de Salud Pública de Harvard se tomó la decisión de remplazar todas las tuberías de plomo en el país.
Se estima que tendrá un costo por año de $335 millones de dólares, pero tendrá un beneficio de hasta unos 8 billones de dólares al prevenir daños a la salud como partos prematuros, disminución de la función cognitiva en niños, e hipertensión y enfermedad arterial coronaria en adultos.
Esto último es sumamente importante, debemos poner prioridad en medir la exposición a plomo, no solo en las personas más vulnerables (personas embarazadas y en la población infantil), sino también en jóvenes, adultos y, sobre todo, en personas con diabetes o con problemas cardiovasculares —otro grupo altamente vulnerable y en el que se ha visto que disminuir los niveles de plomo en sangre ayuda a reducir el riesgo de mortalidad prematura y de re-infartos.
Dado que la exposición a plomo es un problema grave y urgente que hay que atender, tenemos que aprender a identificar las fuentes de exposición a plomo para poder evitarlas. Aunque el uso de loza de barro vidriada es la principal fuente de exposición, también el uso de cosméticos, tintes para el cabello, cigarrillos electrónicos o vapeadores, los tatuajes, algunos remedios caseros como la Greta, Azarcon, Coral, Luiga, Maria Luisa, o la Rueda, y en algunas actividades relacionadas con la construcción, la plomería o la reparación de autos pueden representar una fuente de exposición al plomo; incluso, recientemente, se alertó sobre algunas marcas de canela en polvo que contienen altas concentraciones de plomo.
Si bien podríamos tratar de evitar algunas de estas fuentes, es necesario poder contar con pruebas sencillas y accesibles que nos permitan medir los niveles de plomo en sangre y poder hacer las intervenciones necesarias. En este sentido, recientemente le presenté a la Dra. presidenta Sheinbaum, al Dr. Kershenobich, titular de la Secretaría de Salud, a la Jefa de Gobierno de la CDMX, Clara Brugada, a través del Mtro. Pablo Yanes Rizo, titular de la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la CDMX, el Programa «Futuro sin Plomo: Garantizando el Mañana».