Por Janette Rodríguez | CEO Día 1
Directora de la Cámara de Comercio México-Estados Unidos Cap. Aguascalientes
@Janette Rodriguezv
“Nos entrenaron para no caer con los tacones puestos… pero no nos advirtieron que también podíamos dejar huella y romper el suelo con ellos” Janette Rodríguez.
Durante las últimas décadas, las mujeres hemos avanzado con determinación en el mundo empresarial. Hoy ocupamos más espacios de decisión, dirigimos compañías, emprendemos con visión global y transformamos industrias. Sin embargo, el simple hecho de estar ya no es suficiente: el verdadero reto es estar con poder, con voz, con autenticidad, sin tener que disfrazar lo que somos para encajar en moldes que no diseñamos nosotras.
A pesar de los avances, muchas líderes aún enfrentan entornos donde su autoridad se cuestiona, su talento se subestima o su estilo de liderazgo se interpreta como debilidad si no replica patrones masculinos. Y ahí es donde nace la urgencia de un nuevo paradigma: uno donde liderar como mujer no signifique adaptarse, sino transformar desde la raíz.
Liderar en tacones no se trata de estilo ni de gé-nero. Se trata de presencia, fuerza y autenticidad. Es caminar con firmeza sobre estructuras que aún no terminan de reconocernos, pero que necesitan urgentemente ser humanizadas, diversificadas y reimaginadas.
Es sostener la voz cuando todos callan, y sostener el alma cuando todo arde. Es caminar hacia lo incómodo con la frente en alto y el corazón bien puesto. Es no temerle a la mirada que juzga, ni al juicio que minimiza. Es mirar de frente, decidir con conciencia y actuar con propósito.
Las mujeres líderes hemos sido testigos de cómo nuestras ideas se validan solo cuando otro las repite, de cómo el silencio en la sala de juntas pesa más cuando la reunión es dirigida por una mujer, y de cómo muchas veces se espera de nosotras que seamos todo… sin que se note: Inteligentes, pero no demasiado. Empáticas, pero sin mostrar vulnerabilidad. Exitosas, pero discretas. Brillantes, pero sin deslumbrar.
¿Hasta cuándo vamos a seguir adaptándonos?
El liderazgo en tacones no pide permiso. En lugar de suavizarse para agradar, se planta con dignidad. Sabe que la fuerza no está en la voz más alta, sino en la congruencia con la que se camina. En cada mujer que lidera desde su centro hay una fuerza ancestral que resiste, construye y transforma.
A lo largo de mi vida profesional he visto mujeres extraordinarias esconder su autenticidad detrás de un perfil corporativo que no les representa. Y también he visto a otras construir imperios sin traicionarse a sí mismas, dejar huella sin levantar la voz, transformar culturas enteras desde la resiliencia, la estrategia y el alma.
Sin embargo, también es momento de cuestionar el sistema, de reconocer que hoy no basta solo con ocupar un lugar, sino de dejar de replicar las viejas fórmulas que nos prometieron éxito, pero nos robaron autenticidad. Porque no se trata solo de que haya más mujeres en el poder, sino de cómo ejercemos ese poder. Hay mujeres que han llegado lejos, sí… pero que, en el camino, adoptaron estilos verticales, competitivos y deshumanizantes, a veces incluso reproduciendo las mismas prácticas que las frenaron a ellas mismas en algún momento. Liderar con tacones también implica tener la valentía de romper con esos patrones, de no perpetuar lo que ya sabemos que daña, y sobre todo de liderar sin pisar a otras. El verdadero liderazgo femenino no solo abre puertas: evita cerrarlas para las que vienen detrás.
Liderar en tacones es justo eso: honrar nuestro poder sin renunciar a nuestra esencia. Es saber que no necesitamos renunciar a la intuición para ser racionales, ni a la empatía para ser estratégicas. Es comprender que ser mujer no es una debilidad por superar, sino una riqueza que aporta perspectiva, balance y visión a cualquier mesa de decisión.
Hoy te dejo con una reflexión…
y un reto:
¿Qué tanto de ti misma has tenido que guardar, moldear o silenciar para ser aceptada en el mundo empresarial?
¿Cuántas veces has bajado el volumen de tu voz para no desentonar en una sala de juntas?
¿Y cuántas decisiones no tomaste por miedo a ser juzgada, a parecer “demasiado”?
El liderazgo auténtico no nace del permiso externo, nace del valor interno. De esa certeza íntima que te recuerda que estás hecha para algo más que sobrevivir al sistema: estás hecha para transformarlo.
Te invito a que esta semana elijas un acto de valentía silenciosa.
Que tomes una decisión desde tu verdad, sin pedir aprobación.
Que pongas sobre la mesa una idea que has estado guardando.
Que levantes la mano por ti… o por otra mujer.
Que lideres, no desde el deber ser… sino desde el poder ser.
Porque la verdadera revolución no siempre suena fuerte, pero se siente en cada paso firme.
Y con cada paso auténtico que das, abres un camino para muchas otras que vienen detrás.
«El cambio no empieza en los sistemas. El cambio empieza en ti»
¿Y tú? ¿Te atreves a liderar con o sin tacones, pero sin transgredir tu autenticidad?