La neuropsicóloga Lucía Crivelli explicó el rol clave de las melodías para fortalecer la memoria y concentración
La neuropsicóloga Crivelli asegura que escuchar melodías puede mejorar la atención, potenciar el aprendizaje y favorecer el equilibrio anímico
La doctora Lucía Crivelli, jefa de Neuropsicología en Adultos de Fleni y doctora en Psicología con orientación en Neurociencia Cognitiva Aplicada, reveló cómo la música tiene un profundo efecto en diversas áreas del cerebro humano.
Según Crivelli, cuando las personas escuchan música, incluso sin estar completamente enfocadas en ella, se produce una activación simultánea de varias zonas del cerebro: “La música activa muchas zonas de nuestro cerebro al mismo tiempo y por eso tiene una influencia muy fuerte sobre nuestro rendimiento intelectual y la memoria”, afirmó Crivelli.
Crivelli profundizó sobre la importancia del sistema límbico, ya que la música no solo afecta la corteza auditiva y áreas relacionadas con la memoria y el lenguaje, sino también la parte emocional del cerebro donde se encuentran estructuras como la amígdala y la corteza prefrontal.
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“Cuando escuchamos música, tenemos como esta sinfonía de actividad en el cerebro que se activa y produce un intercambio entre el hemisferio derecho y el hemisferio izquierdo”, añadió.
En sus explicaciones, Crivelli resaltó el papel del cuerpo calloso, una estructura de fibras que conecta ambos hemisferios cerebrales y que se activa fuertemente durante la experiencia musical. Además, explicó que la manera de escuchar música puede ser crucial. Mientras que algunas personas prefieren una escucha activa, sentándose a disfrutar de la música, otras la usan como compañía durante actividades diarias.
Esta escucha casual, según Crivelli, también afecta la memoria, especialmente si se asocia una cierta música con momentos clave, lo que se conoce como escucha contextual.
Crivelli hizo referencia a un estilo musical que está ganando popularidad y que resulta especialmente útil para el aprendizaje y la memoria: el “lo-fi”. Este tipo de música, caracterizada por su baja fidelidad y un tempo lento (entre 60 y 70 pulsaciones por minuto), favorece la concentración y la retención de información.
Según la neuropsicóloga, esta música “rugosa y repetitiva” es efectiva para memorizar sin distraer el bucle fonológico, la parte del cerebro que retiene palabras.
Proporcionando más contexto cultural, Crivelli discutió sobre cómo la música que escuchamos en nuestra adolescencia, así como la música a la que nos exponemos durante nuestra adultez joven, forma parte integral de nuestra identidad. Citó un estudio de la Universidad de Cornell, en asociación con Spotify, que demostró que las personas incorporan música de manera más intensa entre los 14 y los 29 años. Esta música define en gran medida las preferencias musicales a lo largo de la vida.
Crivelli también destacó que las influencias musicales de nuestros padres son igualmente significativas, lo que resalta la interacción generacional en el gusto musical.