¿En qué invertir excedentes?¿Cuál es, en este contexto nacional e internacional, la mejor estrategia para resguardar dinero a nivel corporativo? ¿Inversión? ¿En qué? ¿Hacernos de stock?
Escenarios de incertidumbre a nivel macroeconómico conllevan enormes desafíos para la toma de decisión dentro de la economía real y, si a nivel local una perspectiva de régimen de alta inflación (es decir, no algo transitorio o excepcional) junto con la dinámica de revisiones del FMI que nos tendrá en suspenso coqueteando con el default no es suficiente, se le debe agregar el aditamento del conflicto bélico y sus consecuencias económicas (más allá de lo humanitario, por supuesto), desperdigando una inflación global impulsada por materias primas más la amenaza de entrar en una fase recesiva en lo que respecta a nivel de actividad.
Así entonces, dado que resultaría imprudente determinar una receta de administración de excedentes corporativos sin considerar la casuística, pareciera más adecuado mencionar algunos de los factores críticos dentro de la toma de decisión. En este sentido, los aspectos a considerar a tal fin deberían ser
1) Determinar si son fondos realmente excedentes o si forman parte del giro necesario del negocio para su volumen actual,
2) Riesgo de escasez del bien (ya sea final, intermedio o primario) con el cual la compañía puntual transacciona,
3) Dinámica esperada de conversión / monetización que pueden tener dichos bienes (existencia de demanda potencial / nivel de actividad) y,
4) Alternativas financieras de colocación de fondos.
Si bien existe una costumbre arraigada en el empresariado en sesgarse hacia volcar fondos excedentes al incremento de su stock, en caso que el negocio puntual no tenga perspectivas de crecimiento o incluso de mantenimiento del nivel de actividad (si bien estamos en etapa de reactivación, el riesgo de recesión global está latente) podríamos encontrarnos en una situación en la que los fondos de la compañía se encuentren en stock con dificultad de monetizarlo, exponiendo al giro del negocio a un riesgo de estrés financiero. Es decir, si en el extremo toda mi disponibilidad la vuelco al stock y luego el mercado no responde, el costo financiero del mantenimiento de la estructura se presentará más temprano que tarde.
Adicionalmente, acciones generalizadas en este sentido pueden ser factores de espiralización inflacionaria desde una perspectiva microeconómica, provocando en el límite lo que se buscó prevenir. El presente análisis se relativiza desde ya cuando estamos ante riesgos de abastecimiento ya sea por cuestiones de producción local o acceso a las importaciones, donde allí es natural que la perspectiva financiera en la toma de decisión quede de lado y se imponga el factor estratégico, que en este caso sería “no quedar fuera de mercado”.
Actualmente existen en el mercado instrumentos que buscan proteger en mayor/menor medida a los fondos excedentes de las variables macroeconómicas que afectan el costo de reposición de un negocio, es decir inflación (proveedor local) y tipo de cambio (importación). Particularmente a través de fondos comunes de inversión que tengan un perfil CER es posible obtener un acompañamiento de la evolución de los precios sin generar inmovilización de fondos (a diferencia de incrementar stock) y, por otra parte, si se ponderan los riesgos cambiarios es posible instrumentar estrategias de cobertura a través de la utilización de dólar futuro en ROFEX asumiendo una tasa de interés implícita.
En resumen, en economía en general y en Argentina en particular no existen recetas únicas ni mágicas, pero sí es posible sostener que ninguna opción llevada al extremo puede traer aparejados buenos resultados en el mediano plazo. Parecería razonable incrementar los días de stock promedio por sobre lo normalmente operado utilizando parte de los fondos excedentes y complementar dicha estrategia con instrumentos de cobertura según los riesgos que se busquen mitigar. Así entonces, la conclusión inequívoca que puede obtenerse es que no hay lugar para la improvisación y que es menester profesionalizar las áreas de planificación financiera con una perspectiva integral, ya que la falta de enfoque sobre estos aspectos conllevará a tomar acción desde el impulso sin medir su sustentabilidad ni las posibles consecuencias generadas, pudiendo ser “peor el remedio que la enfermedad”.