Algo que los mexicanos llevamos siempre como un fantasma presente, sobre todo los capitalinos, son los temblores. La madre naturaleza se encarga de recordarnos que vivimos en una zona sísmica y que no podemos bajar la guardia.
La incertidumbre de cuándo ocurrirá otro temblor se añade a la duda sobre si la altura de un edificio es directamente proporcional al riesgo sísmico; pero puede ser todo lo contrario; depende de la resonancia.
“La clave en toda construcción es que el edificio no se mueva igual que el suelo; es decir, la edificación debe moverse menos que la superficie sobre la que está construida”, explicó el Dr. Esteban Astudillo, Ingeniero Estructurista de desarrolladora del parque “Hoy podemos estudiar el suelo y conocer cuál es el tiempo de resonancia para cada predio de la CDMX, y para el caso de University Tower es de 1.7 segundos”.
Expertos de University Tower®, el rascacielos residencial más alto de Paseo de la Reforma, explican cuál es la situación del suelo de la CDMX y qué hacer para construir edificaciones que resistan temblores:
- Lo primero es entender que la Ciudad de México parece un gran plato de sopa con restos de sedimentos duros y líquidos a modo de suelo. Hace miles de años, el Valle de México tuvo un desagüe natural hacia el sur, pero la explosión del volcán Xitle provocó la creación de roca volcánica que tapó la salida de agua. Esto dio paso a las condiciones actuales que ocasionan que cuando tiembla, se amplifiquen las ondas sísmicas.
- Cuando se piensa en levantar edificios, los ingenieros deben tener en cuenta el concepto de resonancia, es decir el tiempo en que tarda una edificación en entrar en ritmo constante con la onda sísmica. La resonancia se mide en el periodo de tiempo que toma una construcción en ir, regresar y volver a su punto original (en segundos).
- Los edificios se fracturan porque el movimiento constante, como un columpio que va y viene, rebasa la capacidad de deformación de los materiales provocando su ruptura. Para evitarlo es muy útil recurrir al sistema estructural de “macro marcos” con base de anillos de rigidez. Consiste en incluir zonas rígidas en la altura de la estructura, a la manera de los diafragmas situados a distancias periódicas en el tallo del bambú. Estas técnicas semejan la constitución de esta planta, cuya flexibilidad combinada con resistencia es de todos conocida.
- En un suelo firme el tiempo de ida y vuelta es muy rápido, pero en un suelo menos firme (como el de la CDMX), la estructura que se ve afectada por una onda sísmica entra en ritmo, y tarda mucho más en ir y regresar si no se tiene en cuenta esta condición.
- Para la zona de la colonia Juárez, por ejemplo, el tiempo de resonancia es de 1.6 segundos. Asimismo, el periodo de resonancia para los edificios es de 0.1 segundo por cada nivel construido; esto querría decir, por ejemplo, que un edificio de 10 pisos tarda un segundo en ir, regresar y volver a su punto original de partida. Uno de 2 pisos tarda 0.2 segundos, uno de 20 pisos tiene un periodo de resonancia 2 segundos, y así sucesivamente.
- Bajo estos cálculos perfectamente estudiados luego de décadas de experiencia, lo más seguro para construir en una zona con periodo de resonancia de 1.6 segundos (como la colonia Juárez) es un inmueble de más de 16 pisos. En cambio, se buscaría evitar construcciones entre los 13 y 20 pisos para evitar riesgos.
- Otras técnicas de construcción que mitigan de manera importante los movimientos telúricos es la construcción profunda, mediante sótanos alojados en depósitos profundos del subsuelo. Para el caso de University Tower se realizó una excavación quirúrgica con una lumbrera impermeable, reforzada también con pilas a 75 m de profundidad.
- Un edificio con más de 16-20 pisos en la Juárez está diseñado para resistir la resonancia, pues su comportamiento lo haría moverse desordenadamente, evitando que la construcción entre en ritmo con el suelo y se quiebre.
- Cuando el suelo de una torre con más de 16 niveles se mueve, la onda sísmica llega al piso 16 en 1.6 segundos (en la Col. Juárez), pero el resto del edificio apenas comenzaría a moverse en ese momento y con ello se evita que la construcción “tome vuelo” con ritmo y, en cambio, libera energía evitando su quiebre (un ejemplo de esto es la Torre Latinoamericana).
Los terremotos nos han marcado con tristeza, pero también nos han dejado importantes aprendizajes que hoy se traducen en que contamos con uno de los reglamentos de construcción anti-sismos más robustos del mundo.