En el mes de agosto del año 2018 escribí en este mismo espacio un artículo referente a la nueva tecnología y su relación con el factor humano en aviación.
Muchas personas se han interesado en el contenido especialmente por los días que hoy vive la industria en todo el mundo. Me permito reproducir íntegro mi colaboración de entonces y agradezco la sugerencia y sus mensajes.
«El profesional de hoy maneja la más moderna tecnología aeronáutica actual pero la pregunta sería, ¿la comprende?»
La tecnología aeronáutica de nuestros días ha alcanzado niveles verdaderamente sorprendentes. Miles de aeronaves modernas, de todo tipo y bandera surcan el espacio aéreo del mundo en cantidades que van en aumento cada día; el diseño de los sistemas automatizados y de respaldo se acerca mucho a la perfección, los sistemas de navegación son tan exactos que una aeronave puede recorrer medio mundo en un solo vuelo y acumular un error de sólo un metro entre la plataforma de salida y la de llegada.
Los sistemas de control de tráfico aéreo mundial se acondicionan todos los días a las nuevas exigencias de la industria aérea con base en los equipos más modernos y los procesos más complicados y seguros de la historia. Los entrenamientos al personal de vuelo y de tierra han alcanzado una calidad y eficiencia nunca antes vista. Los administradores de las diferentes aerolíneas buscan nuevos esquemas comerciales y de ahorros para garantizar su supervivencia en una industria muy competitiva que exige eficiencia, confiabilidad y, sobre todo, seguridad.
A pesar de lo anterior, los accidentes aéreos siguen ocurriendo igual que en el pasado y la estadística es clara en cuanto a que sigue siendo el factor humano la principal causa de incidentes y accidentes aéreos en todo el planeta.
Este año 2018 se ha registrado un notable aumento en los incidentes y accidentes aéreos que han involucrado a aeronaves comerciales, corporativas y de academias de vuelo. Las razones de estos eventos siguen siendo las mismas de siempre, porque involucran el comportamiento humano como causa principal.
Hace años, los profesionales de la aviación en todas sus ramas no contaban con los adelantos técnicos que hoy existen, y eso de alguna manera podría explicar los accidentes que se tuvieron entonces. Pero, ¿cómo se pueden explicar los accidentes de hoy cuando se cuenta con la mejor tecnología, procesos, esquemas y los entrenamientos más sofisticados de la historia?
Parece ser que la falta de los adelantos tecnológicos y los débiles procesos de entrenamiento del pasado fueron algunos de los factores que afectaban el comportamiento humano y los llevaban a cometer errores fatales.
En nuestros días podemos decir que, extrañamente, los más modernos adelantos técnicos y adiestramientos podrían ser la causa de los mismos errores fatales. La maravilla de la tecnología moderna está inculcando en los profesionales de la aviación un exceso de confianza y complacencia ante la lógica de que es completamente confiable en todos sentidos, lo que definitivamente es un grave error, y lo vemos cada vez que se registra un accidente aéreo.
Muchos de los pilotos profesionales de mi generación aprendimos a volar con tecnología aeronáutica de la década de los años 60 y 70. Tuvimos que aprender a cuidarnos y tratar tener más seguridad a falta de mejores herramientas tecnológicas. Pero a través de décadas de trabajo tuvimos la fortuna de vivir la transición a la más adelantada y sofisticada tecnología de nuestros días. Ese conocimiento y conciencia de ambas fases nos enseñaron a no confiar ciegamente en la modernidad que pusieron en nuestras manos, y mucho menos a caer en la complacencia o el sentimiento de que simplemente no pasa nada porque todo está bajo control. Hay que recordar que ese control no lo tiene del todo el ser humano, sino que se está dejando en manos de la tecnología que va «adelante del avión», mientras los profesionales de hoy poco a poco se van quedando atrás en su verdadera comprensión.
Lo que comento es tan real que, sólo como un ejemplo, los pilotos de Estados Unidos se están uniendo ante la posibilidad planteada en el Congreso estadounidense de que los modernos aviones de carga lleven un solo piloto en la cabina sin importar su tipo, peso y tamaño. Esto es apenas el principio de un proyecto que, ante la falta mundial de aviadores en los próximos años, no parecería tan descabellado. Si a esto le añadimos las pruebas de vuelo que se están haciendo con aviones sin pilotos −no drones−, parece ser que la tecnología no sólo va a dejar al ser humano atrás sino que algún día no muy lejano lo podría substituir.
Por lo pronto, el llamado es el de siempre cuando se está tras los controles de una aeronave: no dar todo por hecho, no caer en la complacencia, usar la moderna tecnología pero no confiar ciegamente en ella.
No existen los súper pilotos; volar y hacerlo de forma segura no es un milagro sino la consecuencia de aplicar un buen criterio. Volar no es juego y un avión no es un juguete. Se debe estar alerta en todo momento y en toda condición de vuelo, recordando que el diablo está en los detalles, en la visibilidad ilimitada y en los vientos calmos; sin olvidar que el diablo mayor está en las tormentas, en el viento cortante, las turbulencias y en los techos bajos con poca visibilidad.
La industria aeronáutica mundial cuenta hoy con el equipo más avanzado y los procesos más sofisticados de la historia, por lo que se ha logrado lo que todavía es un alto porcentaje de seguridad: un accidente por cada tres millones de vuelos.
Tener conciencia de que la tecnología aún no es perfecta, pero aprovecharla y al mismo tiempo comprenderla es lo que garantiza seguridad. Eso es justamente lo que un profesional de la aviación debe buscar.