Todas las personas deben encontrar su «ikigai» para ser felices en la vida. ¿Ya tienes el tuyo?
Por Jesús De Hoyos Freymann
El secreto mejor guardado para emprender y tener éxito proviene de la remota y pequeña isla de Okinawa en Japón. Se dice que en ella sus habitantes tienen un propósito por el cual levantarse todas las mañanas y disfrutar la vida.
Escuchamos mucho acerca del por qué es muy importante tener una empresa con un propósito más allá del dinero. Tony Robbins, autor best seller, coach de vida y conferencista, está convencido de que el solo hecho de acumular logros no te dará felicidad ni éxito. Robbins dice “cuando agregas valor a la vida de las personas y puedes ver como se iluminan sus rostros, eso no se compara con el dinero. Si manejas tu negocio, de manera que agregue valor a las personas, financieramente te irá bien”.
Por otro lado, Simon Sinek, autor de “Start with Why” (La Clave es el Porqué), habla acerca de la importancia que tiene el que todas las personas y empresas se pregunten el porqué de su existencia. Sinek dice “la gente no compra lo que haces, sino la razón por qué lo haces”. Si esa motivación no está clara y no hay un propósito detrás las empresas, éstas serán como una veleta sin rumbo, llenas de clientes confundidos y empleados desmotivados.
Un reciente estudio de Deloitte revela que las organizaciones que enfocan sus energías en una cultura con propósito que va más allá de generar ganancias, tienen mayor éxito a largo plazo.
Está comprobado que el 90% de las personas que dicen trabajar en una organización regida con un sentido, consideran que financieramente les va bien. Por otro lado, 58% de los millenials están dispuestos a recibir 15% menos de su sueldo si sus valores están alineados con el propósito de la empresa.
En resumen, las empresas con propósito tienen mayor retención de talento y cuentan con empleados más motivados. No solo eso, también tienen clientes más leales y comprometidos con la marca.
Las empresas que no cuentan con un propósito están perdiendo cada vez más participación de mercado frente a firmas que no solo están enfocadas en ser rentables, sino que además aportan valor a la comunidad.
Por ejemplo, los zapatos casuales TOMS son productos amigables con el medioambiente y promueven la donación de un par de lentes a favor de un niño o adulto mayor por cada par que venden. Whole Foods estableció los días de la comunidad en los que el 5% de las ventas netas se destina a fundaciones locales sin fines de lucro.
¿Qué tiene qué ver con Okinawa?
Todas estas empresas vienen a colación porque tienen lo que en Okinawa llaman ikigai, la razón de existir de cada uno de nosotros, alineada con la motivación del mundo que nos rodea. Se trata de un concepto filosófico que habla de darle sentido a la vida.
Los japoneses dicen que todos tenemos un ikigai, pero para llegar a él se necesita una profunda introspección y autoconocimiento. Es lo único que nos dará una satisfacción plena y sentido a nuestra vida, propósito.
No es casualidad que los habitantes de Okinawa sean los más longevos del planeta.
El concepto del ikigai se puede trasladar fácilmente al mundo del emprendimiento y los negocios. Está compuesto de cuatro grandes áreas que podríamos ilustrar como círculos que se entrelazan entre sí.
- Lo que nos gusta hacer: lo que verdaderamente disfrutamos y que lo podríamos hacer todos los días sin aburrirnos.
- Lo que somos buenos haciendo: nuestras habilidades y talentos, nuestras fortalezas frente a los demás.
- Por lo que nos pueden pagar: la manera de monetizarnos e insertarnos en el mercado.
- Lo que el mundo necesita: el valor que le agregamos a la comunidad y a los demás.
Conforme se van entrelazando estas áreas, van apareciendo otras, pero si no se conectan las cuatro facciones, nunca se podrá llegar al ikigai. Al emprender un negocio es muy importante que tengas en cuenta estas partes de tu motivación, de lo contrario no podrás garantizar el éxito a largo plazo.
Tal vez podrás hacer lo que verdaderamente te gusta y disfrutas, para lo cual tienes las habilidades y la pasión para lograrlo, pero si no lo alineas con el mercado, tendrás simplemente un pasatiempo o un negocio condenado al fracaso porque no será rentable.
Aun si tu negocio agrega valor a la comunidad, cuentas con las habilidades y capacidades para hacerlo, tienes la pasión y lo disfrutas, pero nuevamente no está alineado con el mercado, lo que tienes no es un negocio, es una fundación o una organización sin fines de lucro, en otras palabras serás feliz pero pobre.
Por otro lado, si lo alineas con el mercado y tienes la capacidad de volverlo rentable pero sin agregar valor a la comunidad ni a las personas, tendrás un negocio hueco y sin propósito que como ya lo vimos, irá perdiendo participación de mercado frente a otros que sí lo tienen. Tus clientes irán perdiendo interés y tus colaboradores no estarán lo suficientemente comprometidos.
Finalmente, si logras tener un negocio que dé valor a la comunidad, que forme parte de un mercado pero no tienes las habilidades o talentos y simplemente es algo que no te gusta, terminarás por un sendero obscuro y aburrido siendo un empleado de ti mismo, frustrado por la incapacidad de tener éxito a falta de habilidades o desmotivado por haber entrado en una rutina diaria que se prolongará sin fin.
Lograr conjuntar estas cuatro grandes áreas no es tarea fácil y como dicen los japoneses, muy pocos logran llegar a su ikigai en la vida. Pero si al momento de emprender cimentamos nuestra visión en estas áreas -lo que nos gusta hacer, en lo que somos hábiles, por lo que nos pueden pagar y como agregamos valor a nuestra comunidad-, estaremos garantizando un futuro con propósito de vida para nuestra organización y por añadidura éxito personal, profesional y financiero.