Frente a este panorama desafiante, las empresas deben adoptar estrategias de blindaje reputacional que les permitan mitigar los riesgos y proteger su imagen corporativa.

¡Qué momento más emocionante y a la vez aterrador! Cada minuto, cada hora, cada día, semana o mes surgen nuevas aplicaciones de Inteligencia Artificial Generativa que ayudan a crear textos, presentaciones, imágenes, personajes, avatares, videos, audios, etc., que solo existían en la imaginación de sus creadores. Hoy, las posibilidades para la innovación son infinitas. Sin embargo, estas innovaciones también traen consigo riesgos significativos, especialmente en relación con la ciberdelincuencia. Este artículo pretende arrojar luz sobre cómo estas tecnologías pueden afectar la reputación de marcas, productos, servicios, personas y empresas.

La tecnología es sin lugar a duda un arma de doble filo. La inteligencia artificial generativa, también conocida como IAG está revolucionando la creación de contenido y productos, desde la generación de imágenes y textos hasta la composición musical, con posibilidades casi infinitas. Al mismo tiempo, el uso indebido, como la creación de ultrafalsos (deepfakes en inglés) que son videos, audios o imágenes manipulados con inteligencia artificial para parecer reales, puede dañar la autenticidad y confianza en las marcas.

Ver al presidente de Estados Unidos, Donald Trump bailando de “cachetito” con su oponente Kamala Harris en un video ultrarrealista, exhibe en menos de 10 segundos el potencial de estas herramientas y el uso malicioso que se les puede dar.

Imagina que un empleado enojado contrate los servicios de (ITAAS – Identity Theft as a Service / Robo de Identidad como servicio-) de un hacker para que realice un video de su director general extorsionando a un proveedor por teléfono y este video lo sube a las redes sociales (Facebook, X, TikTok, Instagram) de la empresa. Imaginemos un segundo escenario: el director de finanzas recibe un correo electrónico de la dirección general instruyéndole realizar urgentemente un depósito por una cantidad importante a una cuenta anexa.

Los daños derivados de estos ataques no se limitan a pérdidas financieras; el impacto en la confianza y credibilidad de una marca puede ser devastador. Un caso reciente ilustra esta problemática: se volvió viral un deepfake del empresario Elon Musk promoviendo criptomonedas falsas. Cientos de personas fueron estafadas por videos generados con IAG que simulaban declaraciones del magnate, afectando tanto a los inversionistas como a la imagen del propio Musk.

Entre otros ejemplos ampliamente difundidos con fuerte impacto reputacional y el poder de la IAG con deepfakes, destacan: La presidenta de la Cámara de Representantes de EE. UU. Nancy Pelosi en 2019, aparece en un video manipulado que la mostraba hablando de manera incoherente, lo que generó dudas sobre su capacidad para desempeñar su cargo. Este video fue ampliamente compartido en redes sociales y medios de comunicación, causando un gran revuelo y afectando seriamente su reputación.  Por otro lado, se creó un video deepfake del CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, en el que parecía estar haciendo declaraciones controvertidas sobre el poder de su empresa. Este video generó un debate sobre la ética y los riesgos de los deepfakes.

Comparto contigo algunos datos interesantes que ilustran a la perfección mi afirmación al inicio de este artículo: Según analistas de Gartner, se prevé un aumento del 300% en los ataques cibernéticos automatizados con IA para 2025, lo que aumentará la presión sobre las empresas para fortalecer sus estrategias de seguridad. Adicionalmente destaca el mismo reporte que el 30% de las grandes empresas enfrentarán crisis de reputación debido a deepfakes para 2026, obligándolas a desarrollar mecanismos de verificación y respuesta rápida.

Por otro lado, según Bloomberg, se estima que el mercado de IA generativa crezca hasta alcanzar los 1,3 billones de dólares en 2032 y de acuerdo con Europol el 90% del contenido en línea podría ser generado por IAG para 2026, aumentando los riesgos de desinformación y fraude, lo que subraya su creciente influencia y la necesidad de gestionar sus riesgos.

Empresas de comunicación estratégica enfocadas a riesgos reputacionales derivados de incidentes o crisis cibernéticas tenemos hoy mecanismos para preparar a los equipos sobre cómo accionar y reaccionar, así como el blindaje y/o reducción de impacto en el posicionamiento, imagen y confianza de productos, empresas y personas ante acciones maliciosas de la ciberdelincuencia. La preparación, la transparencia y la rapidez en la respuesta son claves para mitigar cualquier daño reputacional que pudiera sufrir.

En resumen, las tecnologías emergentes ofrecen grandes oportunidades, pero también presentan riesgos reputacionales significativos. Es imperativo desarrollar una estrategia integral de ciberseguri-dad para proteger el activo más importante de una empresa, producto, servicio o persona: su reputación. La adopción de estas tecnologías debe ir acompañada de medidas proactivas para gestionar sus riesgos y maximizar sus beneficios.

¡Qué momento más emocionante y a la vez aterrador! La próxima gran crisis digital podría estar a solo un clic de distancia.

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