En un mundo saturado de contraseñas, la biometría emerge como una alternativa revolucionaria para la verificación de identidad en línea. Desde reconocimiento facial hasta escaneo de iris, esta tecnología, presente en dispositivos cotidianos, redefine la seguridad en áreas como retail y ciberseguridad.
¿Se imagina dejar de depender de contraseñas o nombres de usuario para comprobar su identidad en internet? Si bien la inteligencia artificial (IA) y sus aplicaciones se han popularizado, la biometría se despliega como otra tendencia accesible y con avances significativos. Esta tecnología recopila y procesa información fisiológica y de comportamiento de las personas para realizar distintos tipos de diagnósticos, lo cual ha despertado amplio interés para áreas como retail y ciberseguridad.
Mediante sensores y algoritmos especializados presentes en cámaras, teléfonos, laptops, los usuarios ya dejan hoy algún tipo de trama biométrica al activar reconocimiento facial, reconocimiento de iris, reconocimiento de voz, o registrar sus huellas dactilares, y considerando que el 68% de la población mundial usa teléfonos inteligentes, el impacto es mayor.
Otro canal de expansión es la integración de la biometría en dispositivos del Internet de las Cosas (IoT), especialmente en el reconocimiento de patrones en el audio de asistentes de voz que permite no solo activar determinadas funciones según usuario, sino también identificar emociones según las características de la analítica del audio. Algunos otros casos los podemos ver en:
La integración del reconocimiento facial en el Aeropuerto Internacional de Dubái para fomentar los “viajes sin contacto”
El escaneo de manos mediante la tecnología de Amazon One para permitir los pagos mediante el reconocimiento de las palmas
El proyecto Worldcoin que busca usar el reconocimiento de iris para distribuir criptomonedas de participantes que registraron sus datos y mostrar la capacidad de esta tecnología para generar redes de identificación privada digital a gran escala.
Y la Scam-Safe Accord en Australia, la iniciativa de bancos para adoptar medidas biométricas en los procesos de identificación de los bancos para fortalecer la seguridad financiera.
Además, sus beneficios, la biometría plantea también desafíos significativos. A diferencia de las contraseñas personalizadas la información biométrica es única y no modificable, lo que implica que en caso de ser vulnerada, por ejemplo mediante deepfake para imitar el rostro de otra persona, no es tan sencillo tomar contramedidas comparables a cambiar la clave de una cuenta, nuestro rostro, voz, huellas, son únicas.
Por otro lado, la diversidad de tecnologías biométricas y su integración en sistemas multimodales requiere una especial consideración en términos de regulación y fomento de buenas prácticas tanto en el sector privado como público. Casos como la extensa red de cámaras de reconocimiento facial en zonas de China refuerzan los posibles dilemas y retos para optimizar el uso de la biometría sin comprometer la privacidad y la libertad individual.