Cuando se habla de seguridad vehicular, hay quien argumenta -e incluso asegura- que no se puede demostrar que los sistemas mínimos de seguridad vehicular como los frenos ABS (que permiten un mejor frenado), el sistema electrónico de estabilidad (ESC) (permite un mejor control del vehículo en maniobras de emergencia), el cinturón de seguridad de tres puntos, o las bolsas de aire salvan vidas. Sin embargo, hay estudios que contradicen esta postura.
El estudio El potencial de la seguridad vehicular para prevenir muertes y lesiones en América Latina. Evaluación del impacto social y económico de la inacción. (C. Wallbank, K. Mcrae-McKee, L. Durrell y D.Hynd) editado por GlobalNCAP, LatinNCAP y el Banco Interamericano de Desarrollo (2016)[1], es muy claro: en Argentina, Chile, México y Brasil podrían prevenirse hasta 40 mil muertes de ocupantes de vehículos entre el 2016 y el 2030, si fuera obligatorio que los autos cumplieran con al menos 4 de los estándares mínimos de seguridad vehicular.
Si se considera también a los ocupantes que resultan seriamente lesionados tras un choque, entonces se calcula que hasta 440 mil ocupantes muertos y/o lesionados podrían ser salvados. Los sistemas tomados en cuenta en el trabajo, basado en las normas del Foro Mundial para la Armonización de la Reglamentación sobre Vehículos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), son los cinturones de seguridad de tres puntos y sus anclajes (sujetan al pasajero por torso y pelvis y deben estar en todas las plazas del auto), así como la protección para ocupantes en colisiones frontales y laterales, que incluyen bolsas de aire.
Es decir, las anteriores cifras no toman en cuenta los efectos de prevención que tienen el ESC (que incluye frenos ABS) y el estándar de protección a peatones. Cabe suponer que, junto con éstos, las cifras de muertes y lesiones evitables serían mayores.
Dicho estudio fue realizado para estimar cuántas muertes y heridos podrían prevenirse en los países mencionados, si establecieran como obligatorios los sistemas mínimos mencionados. Es decir, si las pruebas de impacto lateral y frontal (que incluyen bolsas de aire) fueran incluidas en cada legislación aplicable, que para el caso de México es la NOM-194-SCFI-2015, que entró en vigor el 9 de noviembre de 2016, pero que las hace obligatorias para los autos nuevos que se vendan en México hasta el 2020.
En nuestro país, afirma el estudio (y esto es sabido por instituciones como INEGI y CONAPRA), los peatones constituyen la mayoría de las muertes: 50% de todas las muertes en 2010 y 52% en 2014. Por ello, es especialmente importante que en México se implemente como parte de la seguridad vehicular obligatoria en todos los autos nuevos el estándar de protección a peatones (diseño geométrico y de materiales exteriores del auto pensados para reducir al mínimo posibles lesiones a peatones y ciclistas) junto con el ESC. Recordemos que tanto los peatones como los ciclistas son las víctimas más vulnerables.
De tal suerte que si hubieran entrado tan sólo las 4 de las recomendaciones de la ONU y de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la NOM 194, se hubieran podido evitar hasta 6 mil 100 muertes (12% del total) de ocupantes de autos en los próximos 15 años, concluye el estudio.
En efecto, el problema de las muertes por hechos viales es multifactorial. La seguridad vial incluye el diseño de infraestructura de las vialidades, la gestión de la seguridad vial, la educación y la atención prehospitalaria, pero está incompleta, inacabada si no tenemos vehículos seguros. Lo saben muy bien organismos internacionales y nacionales. Sólo falta que lo reconozca la industria automotriz.