México se encuentra en un momento clave para fortalecer su infraestructura eléctrica y promover la inversión, pero es necesario que el país cuente con organismos que respalden la competencia técnica y confiabilidad, señaló Aquiles Manuel López Marín, presidente de la Cámara Nacional de Manufacturas Eléctricas (CANAME).

En el contexto de la conmemoración del Día Mundial de la Acreditación, el dirigente empresarial comentó que las pequeñas y medianas empresas (pymes) “son una fuente vital de innovación, desarrollo regional y transformación productiva”.

“En el sector eléctrico, nuestras pymes son proveedoras clave de soluciones, componentes, servicios y productos especializados. Sin embargo, enfrentan retos importantes en temas como el financiamiento, competencia desleal, barreras tecnológicas y regulatorias para acceder a nuevos mercados”, indicó.

Comentó que a través de la acreditación, proceso por el cual un organismo, como un laboratorio, es reconocido por ser confiable y técnicamente competente, se convierte “en un factor de cambio”.

Explicó que a través de ella, las pymes pueden demostrar que cumplen con normas reconocidas, obtener el acceso a certificaciones con validez internacional, participar en licitaciones públicas y competir con mejores condiciones frente a empresas de mayor tamaño. “La acreditación brinda certidumbre, prestigio comercial y una clara ventaja competitiva”, anotó.

Consideró que “México se encuentra en un momento clave en el que busca fortalecer su infraestructura eléctrica, modernizar sus cadenas productivas y aprovechar la coyuntura regional en América del Norte para promover la inversión”, dijo.

Pero subrayó que esto “requiere un sistema confiable de evaluación de la conformidad , respaldado por organismos técnicamente competentes y debidamente acreditados”.

“No podemos hablar de política industrial sin hablar de calidad y no podemos hablar de calidad sin hablar de acreditación”, señaló.

Comentó que la acreditación también es un componente esencial en la sostenibilidad en un contexto donde las empresas buscan reducir su impacto ambiental, mitigar riesgos sociales y cumplir con exigencias regulatorias más estrictas.

Acotó que la Ley de la Infraestructura de la Calidad “aún carece de un reglamento que permita operar plenamente bajo sus disposiciones”.

“Esta ausencia genera incertidumbre jurídica y pone en riesgo años de trabajo normativo, técnico y documental. Necesitamos con urgencia reglas claras que aseguren la continuidad del sistema”, señaló.

Mencionó que es el momento de fortalecer el marco institucional, de la calidad en México, de promover una cultura de cumplimiento, de inversión en laboratorios de participación activa en los comités técnicos y de digitalización de los procesos de evaluación. “La acreditación debe ser vista como una inversión estratégica y no como una carga administrativa”, agregó.

Raúl Tornel y Cruz, presidente de la Entidad Mexicana de Acreditación (EMA), recordó que en México, las pymes representan el 99.8 por cientode los negocios, generan el 7 por ciento del empleo formal y aportan aproximadamente el 52 por ciento del producto interno bruto nacional (PIB).

No obstante, “enfrentan desafíos enormes, altos costos de cumplimiento, competencia con grandes corporativos, dificultad para acceder a mercados y financiamiento, entre otros”.

“En este contexto, la acreditación se convierte en una verdadera palanca de crecimiento, en una herramienta fundamental para mejorar sus procesos e innovar y elevar la calidad de sus productos y servicios”, dijo.

Apuntó que la acreditación fortalece su reputación y abre las puertas a nuevos mercados y les permite competir en igualdad de condiciones.

“La acreditación simplifica decisiones para compradores y consumidores, genera confianza y elimina barreras técnicas innecesarias, fomentando un comercio más justo y transparente. Es una plataforma que impulsa la mejora continua y acerca a las pymes a las grandes ligas a través del cumplimiento verificable y reconocido internacionalmente”, agregó.

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