¿POR QUÉ ES INDISPENSABLE TENER UN FONDO DE EMERGENCIAS?

Por lo general cuando se habla de finanzas personales, la discusión se suele enfocar en temas sobre el manejo del dinero, el ahorro o la inversión, ya que son necesarios para construir un patrimonio. Si no guardamos parte del dinero que ganamos para el futuro, y no lo invertimos con inteligencia, no habrá manera de alcanzar nuestros objetivos de vida.

Todo esto es cierto. Sin embargo, también es cierto que todo se puede venir abajo en un instante. Las grandes catástrofes financieras suelen ocurrir a las personas que descuidaron un aspecto que también es esencial: olvidaron proteger lo poco o mucho que han logrado (incluyendo su propia capacidad para seguir construyendo).

La protección de nuestro patrimonio tiene dos componentes. Por un lado, están los seguros que sirven para protegernos contra riesgos que pueden dañar severamente nuestro patrimonio y que no ocurren con frecuencia. Son muy importantes.

Pero también hay muchas eventualidades que pueden causar un desequilibrio fuerte en nuestras finanzas personales, que no se pueden asegurar o que simplemente no vale la pena hacerlo. Por ejemplo, un daño mecánico fuerte en el auto, un accidente en casa, incluso una pérdida temporal de ingresos, entre muchos otros gastos que uno no pudo haber previsto. Aún cuando tenemos un seguro, muchas veces hay que pagar el deducible y el coaseguro (como es el caso de la mayoría de los seguros de salud).

Un fondo de emergencias nos ayuda precisamente a enfrentar todos estos gastos súbitos e imprevistos, sin que causen un desequilibrio en nuestras finanzas personales. Nos da muchísima tranquilidad y flexibilidad de actuar sin preocuparnos demasiado de dónde vamos a sacar el dinero que necesitamos.

Muchas personas no lo tienen y cuando algo pasa, su única opción es pedir prestado, de manera formal o informal. Sacar un crédito de nómina, por ejemplo, con un costo muy elevado. Hay incluso quienes piensan que las tarjetas de crédito son para emergencias, pensamiento que me pone los pelos de punta, porque cuando las cosas van mal, añadir una deuda es ponernos en una situación aún peor.

Se dice que un fondo para emergencias idealmente debe ser suficiente para cubrir, al menos, tres meses de gasto familiar corriente (no tres meses de ingresos, hay una diferencia). En ciertas situaciones se requiere incluso más. Eso suena como mucho dinero, pero recordemos: ese es el objetivo, no el inicio. Uno lo va construyendo poco a poco.

En países desarrollados es frecuente encontrar a personas que están construyendo su patrimonio, que prefieren tener al menos un año de sus gastos como reserva de efectivo, porque eso les da tranquilidad. Habrá quienes les parezca excesivo y ambas opiniones son correctas: lo que funcione para cada quién.

Ahora bien, un fondo para emergencias, como dijimos, es para cosas súbitas e imprevistas. No es para irnos de vacaciones, o para cubrir otros gastos que debimos haber previsto e incluido en nuestro plan de gastos, como por ejemplo el pago del predial. Si no tenemos de otra, mejor tomar de ahí que endeudarnos, pero esa no es la idea.

El fondo para emergencias es para eso: emergencias. Es decir, tiene que estar accesible, en instrumentos de corto plazo y alta liquidez. No es dinero para invertir ni para generar altos rendimientos, aunque tampoco debe permanecer ocioso (mejor que gane algo y que esté lo mejor protegido posible contra la inflación). En este sentido, un buen lugar para guardarlo puede ser un fondo de inversión en instrumentos de deuda, de buena calidad, que ofrezca rendimientos competitivos y liquidez diaria.

 

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