SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO Y RESPUESTA EMPRESARIAL EN MÉXICO

México es un país extenso y en su territorio se registran climas diversos. Simultáneamente, es un país expuesto al cambio climático. Según expertos, en un futuro no lejano el país sufrirá de menores precipitaciones anuales y de aumentos en su temperatura promedio, con el potencial de modificar su vida social y económica. Ante ello, es importante que las personas, las empresas y los gobiernos adopten medidas preventivas, de adaptación y de mitigación para hacer frente de manera adecuada a los retos que impone el cambio climático.

En ese contexto, cobra relevancia intentar identificar las estrategias y acciones que, en su caso, estén emprendiendo las empresas del país para contribuir a reducir el impacto negativo de sus actividades sobre el medio ambiente y para prepararse ante posibles escenarios caracterizados por incrementos en la frecuencia y severidad de eventos climáticos con potencial de dañarlas.

A través del Programa de Entrevistas a Directivos Empresariales que tiene en marcha el Banco de México se recaba trimestralmente información cualitativa de opinión empresarial en los sectores agropecuario, construcción e inmuebles, manufacturas, minería, electricidad, agua y gas, comercio, servicios financieros y de seguros, transporte y comunicaciones, turismo y otros servicios. En su más reciente elaboración se incluyó un módulo especial sobre cambio climático. Si bien el propio Banco de México reconoce que la información que recaba por esta vía no es representativa estadísticamente, aún con sus limitaciones estadísticas puede ser útil como referente para intentar identificar algunas tendencias a nivel nacional y regional el país.

Los hallazgos obtenidos por el Banco de México le permiten afirmar que las acciones más frecuentes entre la muestra de directivos entrevistados se concentran en:

1.            Uso eficiente de energía, específicamente en la instalación de paneles o calentadores solares, generadores de energía, iluminación LED, reguladores de voltaje, calderas de biodiesel o uso de fuentes de energía menos contaminantes,

2.            Uso eficiente de agua, particularmente en tratamiento, reciclado y reutilización de aguas residuales, o bien, la instalación de sistemas de riego y de captación de agua,

3.            Manejo de residuos, mediante la reducción y separación de basura, la reutilización o reciclaje de materiales, el uso de insumos biodegradables o sustentables y menor uso de papel, bolsas de plástico o productos desechables y,

4.            Otras acciones, tales como el uso de vehículos híbridos o más eficientes, la obtención de certificaciones ambientales, verdes, o de empresa socialmente responsable, el fortalecimiento de sus mecanismos de aseguramiento o coberturas, así como promover la consciencia, sensibilización ambiental o alguna cultura de sustentabilidad dentro de las empresas.

Si bien el cambio climático afecta a todo el país, aunque con diferente intensidad y frecuencia, no sorprende que la información apunte a que las acciones realizadas son más frecuentes entre empresas ubicadas en sectores de actividad y regiones más expuestas a sus efectos negativos o, bien, que ya han padecido sus indeseables efectos. En ese sentido, destacan por su vulnerabilidad las empresas ubicadas en la región sur del país y en sectores como el agropecuario o la construcción.

A nivel nacional, curiosamente, las antípodas de lluvias excesivas (en el centro) y sequías (en el centro norte y norte) son los eventos climáticos más mencionados, seguidos por el calor extremo (en el sur) y las heladas o fríos excesivos (en el norte y en el centro).

Es bien sabido que la escasez de agua impacta negativamente a toda la actividad económica y social del país. Sin embargo, cabe apuntar que las empresas del sector primario mencionaron a la escasez de agua como un evento recurrente y que les impone un reto central que les obliga a enfrentar costos adicionales para garantizar su abastecimiento.

Las lluvias excesivas, por su parte, suelen provocar inundaciones que causan pérdidas materiales, cortes o fallas en el suministro de electricidad, así como daños en la infraestructura urbana (calles, carreteras, puertos) que alteran, retrasan o impiden el transporte de insumos o mercancías. Asimismo, los climas extremos condicionan estrés arbóreo, cambios en la floración, en la calidad y maduración de los productos, menor rendimiento o pérdidas en las cosechas, así como la aparición de plagas o enfermedades en los animales. Incluso, según los datos recabados, los climas extremos llegan a ocasionar que se detengan o reduzcan las actividades en los sectores de la construcción y agropecuario.

En ese contexto, los directivos entrevistados mencionaron haber emprendido algunas otras acciones, aunque éstas menciones fueron menos frecuentes. Tal es el caso de inversiones en activos o infraestructura para garantizar la provisión y gestión eficiente del agua y energía, para evitar inundaciones, o para adaptar las instalaciones con sistemas de enfriamiento. Figuran también el apego a reglas de protección civil o la adopción de mejores prácticas o protocolos para eventos climáticos, de políticas responsables o de tecnologías ambientales. Interesantemente también se aludió a acciones proactivas de mantenimiento preventivo o de fortificación y supervisión de la infraestructura o equipo de transporte, y el diseño de planes o fondos de contingencia o de fortalecimiento de la cadena de suministro. A su vez, en el sector agrícola se mencionó el uso de variedades o insumos más resistentes a climas extremos, ajustes en los ciclos productivos y el empleo de sistemas de riego o agricultura protegida.

Nótese que la información recabada parece apuntar hacia escenarios en que las empresas de México asumen y actúan con responsabilidad ante las exigencias que impone el cambio climático. No obstante, el propio Banco de México apunta que “… las acciones son aún incipientes y parecerían ser conducentes a blindar a las firmas de posibles aumentos en costos, más que a contribuir a un cambio significativo en su impacto ambiental o la sostenibilidad de la producción.” De ser así, habría entonces un importante camino aún por recorrer en esta materia.

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